La ventana de mis ojos

Espacio de una memoria desajustada.


09 junio, 2012

Miquel Martí i Pol -- "Ara Mateix"



AHORA MISMO

Ahora mismo enhebro esta aguja
con hilo de un propósito que callo
y empiezo a remendar. De los prodigios
que insignes taumaturgos anunciaran
Ninguno se ha cumplido, y pasa el tiempo.
De nada a poco, cara al viento siempre,
que camino de angustia y de silencios.
Mejor saber que estamos donde estamos,
fijar los pies en tierra y proclamarnos
herederos de un tiempo de renuncias
en el que el ruido ahoga las palabras
y la vida en espejos deformados.
de nada valen quejas ni añoranzas,
ni la melancolía displicente
puesta como jersey o por corbata
al salir a la calle. Poseemos
apenas el espacio de la historia
concreta que nos toca, y un minúsculo
lugar para vivirla. Nuevamente
pongámonos en pie y que nuestra voz
solemnemente y clara vuelva a oírse.
Que todos puedan escuchar quien somos.
y al final, que se vista cada uno
como bien le parezca y ¡a la calle!
que está por hacer todo, y es posible.

1

Pensemos clara esta quietud que extiende
impensadas resonancias. Pensémosla
clara y sugeridora, que nos llene
el espacio concreto de ahora mismo,
donde no hay ningún tipo de sorpresa
y todo es viejo, y triste, y necesario.

La hoja la pasamos hace tiempo,
y algunos leen en la misma página.

2

Quizá el secreto es que ya no hay secreto
y hemos hecho el camino tantas veces
que nadie se sorprende; pues, quizás
precisamos romper esta rutina
con gestos sin mesura, algo sublime
que a la historia pudiera dar la vuelta.

También, quizás, lo poco que tenemos
no hemos sabido usar como es preciso.



3

Con mucha lentitud gira la noria
y el agua, hasta después de años y siglos,
no alcanza la altitud donde, gloriosa,
proclama claridad en todos los ámbitos.
Con mucha lentitud bajan entonces
los arcaduces a buscar más agua.

La historia así se escribe, y el saberlo
no decepciona ni sorprende a nadie.

4

Con frecuencia excesiva nos volvemos
mostrando angustia y desfallecimientos.
La añoranza nos chupa la mirada
y hiela el sentimiento. De entre todas,
ésta es la más obscura soledad,
la más feroz, amarga y persistente.

Hay que saberlo y, aun así, pensar
el futuro posible y luminoso.

5

¿Quién sino todos – cada cual por turno –
podríamos crear desde estos límites
el ámbito de luz que exalta el viento,
el espacio de viento de la voz?
nos compromete en público la vida;
en público y con todos los indicios.

Seremos lo que queramos. En vano,
si el fuego justifica, lo eludimos.

6

No hay lugar, nombre, espacio suficiente
para que se replante la arboleda,
ni río que nos alce, curso arriba,
por sobre del olvido. Bien sabemos
que no hay campos abiertos al retorno
ni surcos en el mar cuando hay peligro.

Construyamos, de piedra, en los caminos
señales de profunda plenitud.

7

Compartimos ansias y misterios
arraigados secreta y noblemente
en el tiempo en que ocurre nuestra vida.
Compartiremos desazón, proyectos,
placer, dolor, con suma dignidad,
agua y sed, el amor y el desamor.

Todo está junto, y más, ha de valernos
secreto aplomo, ansiada claridad.

8

Con sufrimiento y en clave de tiempo.
Podríamos vencer, así en la lucha
que libramos desde hace tanto tiempo.
clave de tiempo, en soledad quizás,
acumulando en cada cual la fuerza
de todos, proyectándola hacia fuera.

Surco tras surco en el mar cotidiano,
paso tras paso, voluntad de aurora.

9

Ni ponientes solemnes ni levantes
lujuriosos. Nos vale más saber
que no hay grandes misterios, ningún pájaro
de alas inmensas que nos guarde; nada
de lo que tantas veces proclamaron
con la voz terca obscuros adivinos.

Pongamos mano sobre mano. El tiempo
conferirá dureza a cada gesto.

10

Preservamos del tiempo y del olvido
la integridad de ámbitos y proyectos
donde nos vimos crecer y luchar.
Y hoy, ¿qué rechazo obscuro, qué pereza
echa a perder la renovada furia
que nos hacía casi ansiar la lucha?

Nos llama, hirviente, al fondo de los años,
la luz de un tiempo expectante y frondoso.

11

Convertiremos el silencio en oro
y en fuego las palabras. En la piel
del retorno la lluvia se acumula
y el afán borra privilegios. Lentos
emergemos del pozo, hiedra arriba,
y no al amparo de calamidades.

Cambiamos en amor el dolor viejo
y a la historia, solemnes, lo legamos.







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